CIUDAD DEL VATICANO (CNS) — La verdadera oración es una “lucha” con Dios en la que aquellos que piensan que son fuertes se sienten humildes y se enfrentan a la realidad de su propia condición mortal, dijo el papa Francisco.
La historia de Jacob luchando con Dios durante toda la noche es un recordatorio de que aunque la oración revela “que solo somos hombres y mujeres pobres”, Dios también tiene una “bendición reservada a quien se ha dejado cambiar por él”, dijo el papa el 10 de junio durante su audiencia general semanal.
“Esta es una hermosa invitación a dejarnos cambiar por Dios. Él sabe cómo hacerlo, porque conoce a cada uno de nosotros. ‘Señor, Tú me conoces’, puede decirlo cada uno de nosotros. ‘Señor, tú me conoces. Cámbiame'”, dijo el papa.
En la audiencia, transmitida en vivo desde la biblioteca del Palacio Apostólico en el Vaticano, el papa continuó su serie de charlas sobre la oración. Y antes de concluir la audiencia, recordó a los fieles la celebración del 12 de junio de la Jornada Mundial contra el Trabajo Infantil.
Al llamar al trabajo infantil un “fenómeno que priva a los niños y niñas de su infancia”, el papa dijo que la pandemia de COVID-19 ha obligado a los niños y jóvenes en muchos países a “realizar trabajos inadecuados a su edad, para ayudar a sus familias en condiciones de extrema pobreza”.
También advirtió que en muchos casos son “formas de esclavitud y reclusión que causan sufrimientos físicos y psicológicos”.
La preocupación del papa por el trabajo infantil se produce casi una semana después de la muerte en Pakistán de Zhora Shah, una criada infantil de 8 años que presuntamente fue golpeada hasta la muerte por sus empleadores después de liberar accidentalmente a sus preciados loros. El caso ha provocado indignación en Pakistán y en todo el mundo.
“Los niños son el futuro de la familia humana”, dijo el papa Francisco. “Nos corresponde a todos la tarea de favorecer su crecimiento, su salud y su serenidad”.
En su discurso principal, el papa reflexionó sobre la historia de Jacob, un “hombre sin escrúpulos” que, a pesar de las dificultades, “parece tener éxito en cada gesta de su vida”.
“Jacob — diríamos con lenguaje moderno — es un hombre que ‘se ha hecho a sí mismo’, con ingenio, sagacidad, es capaz de conquistar todo lo que desea. Pero le falta algo. Le falta la relación viva con sus raíces”, dijo el papa.
En un viaje de regreso para ver a su hermano Esaú, a quien defraudó por una herencia, Jacob se encuentra con el extranjero que pelea con él. Citando el Catecismo de la Iglesia Católica, el papa dijo que esta lucha es “el símbolo de la oración como un combate de la fe y una victoria de la perseverancia”.
Vencido por un golpe en la cadera, el extranjero, de quien Jacob se dio cuenta más tarde que es Dios, lo bendice y le da el nombre de “Israel”. El papa dijo que Jacob finalmente entra en la tierra prometida con una cojera, pero también “con un corazón nuevo”.
“Antes era alguien que estaba seguro de sí mismo, confiaba en su propia sagacidad”, dijo. “Era un hombre impermeable a la gracia, refractario a la misericordia; no conocía lo que es la misericordia. Pero Dios salvó lo que estaba perdido”.
“Todos nosotros tenemos una cita en la noche con Dios, en la noche de nuestra vida, en las muchas noches de nuestra vida”, dijo el papa Francisco. “Él nos sorprenderá en el momento en el que no nos lo esperemos, en el que nos encontremos realmente solos”.
Pero, dijo el papa, “no deberemos temer: porque en ese momento Dios nos dará un nombre nuevo, que contiene el sentido de toda nuestra vida”.