WASHINGTON (CNS) — Cuando las Misas masivas fueron suspendidas en la Arquidiócesis de Washington, en un esfuerzo por evitar el contagio del coronavirus, el padre Scott Holmer, párroco de la iglesia San Eduardo El Confesor de Bowie, Maryland, se tornó creativo para que su comunidad local tenga acceso a los sacramentos.
Tratando de evitar que sus parroquianos tengan que manipular las mismas sillas, reclinatorios y manijas de las puertas, al padre Holmer se le ocurrió el 14 de marzo la idea de confesar a través de la ventanilla de los autos y en cuestión de 10 minutos lo puso en práctica.
Haciendo uso de su estola morada, una silla y algunos conos naranja de tráfico, el sacerdote salió y estableció un confesionario al aire libre. El seminarista Joe McHenry ayudaba a dirigir el tráfico para que cada auto llegara hasta el sacerdote y le decía al padre Holmer cuándo ponerse una venda en caso de que el penitente pidiera una confesión anónima.
“Es el momento en que nosotros los sacerdotes tenemos que ser creativos en lo que se refiere a acercar a la gente a Cristo, cuando no podemos hacerlo en nuestras iglesias”, dijo el padre Holmer. “Tenemos que llevar a Cristo hacia el pueblo ahora, llevarlo hacia los demás de un modo seguro que no aumente las infecciones”.
Los penitentes solo tienen que bajarse de su auto cuando hay más de una persona en el automóvil y pueden hacer fila auto tras auto y ponerse en el asiento del conductor cuando sea su turno para confesarse.
“Ese pequeño auto se convierte en el pequeño asiento del confesionario”, según el padre Holmer.
Aseguró que las reacciones de la comunidad han sido positivas y contó que planea continuar cada día durante el habitual horario programado de las misas. En caso de lluvia, no habrá confesiones.
“Actuamos por instinto, solo tratando de imaginarnos cómo hacer esto”, le dijo al Catholic Standard, el semanario de la Arquidiócesis de Washington.
En un momento en que hay tanta incertidumbre en cuanto al futuro, el padre Holmer dijo que alienta a las personas a mantener la esperanza.
“Es un momento en que estamos dispersos, pero habrá también un momento en que estemos juntos reunidos otra vez”, dijo. “Continuemos esperanzados en ese momento en que volvamos a estar así”.
Ojalá que este lapso alejados de la Misa, dijo el padre Holmer, provoque “una mayor gratitud” en muchos corazones.
“Ahora mismo estamos viviendo la Cuaresma, pero eventualmente va a volver Pentecostés y estaremos juntos –solo espera”, dijo el padre Holmer.