CIUDAD DE MEXICO (CNS) — Una testigo experta ha testificado que los asesinatos de seis sacerdotes jesuitas en El Salvador en 1989 fueron “premeditados” y precedidos por campañas para desacreditar a la Iglesia Católica y a la Compañía de Jesús.
“Creo que fue un acto premeditado. Tengo mucha información para demostrar la premeditación”, declaró Terry Lynn Karl, profesora de la Universidad de Stanford en California, el 13 de julio durante el juicio del ex coronel salvadoreño Inocente Orlando Montano. El juicio se está llevando a cabo en España ya que varios de los jesuitas eran ciudadanos españoles, y este país está ejerciendo una jurisdicción universal por crímenes atroces. Debido a la pandemia de COVID-19, Karl testificó por video.
Montano, de 77 años, está siendo acusado de planear los asesinatos de seis jesuitas, un ama de llaves que trabajaba para ellos, y la hija de ella en el campus de una universidad jesuita en San Salvador. Montano se ha declarado no culpable.
“Primeramente, voy a decir que fue un ataque contra la iglesia, los jesuitas, y principalmente contra el padre Ellacuría”, declaró Karl, refiriéndose al padre Ignacio Ellacuría, quien era rector de la Universidad Centroamericana.
“Comenzó en 1977 en El Salvador y fue un ataque constante. Tengo un apéndice de 34 ataques contra la iglesia que envié al juicio del coronel Montano, que demuestra estos ataques constantes”, señaló Karl, refiriéndose a dos informes que escribió sobre las matanzas. “Creo que lo más importante para entender estos ataques es … que Montano mismo llevó a cabo muchos de estos”.
Karl citó varias acciones hostiles antes de los asesinatos del 16 de noviembre, incluyendo la publicación de los nombres de tres de los sacerdotes en una lista negra que apareció en un periódico. La estación de radio del ejército también transmitió amenazas contra los jesuitas y soldados allanaron sus casas en el campus universitario con el pretexto de perseguir a rebeldes.
“En mis entrevistas con agentes de la CIA o personas de Seguridad Nacional, que trabajaban en El Salvador en ese momento, ellos llamaban a esto una ‘operación psicológica’, porque dijeron que no es fácil enviar a un soldado a matar a un sacerdote, especialmente en América Latina”, dijo Karl. “Tienes que preparar la base”.
Los asesinatos ocurrieron durante la guerra civil de El Salvador, que cobró 75,000 vidas y terminó oficialmente con un acuerdo de paz en 1992. Esta guerra civil enfrentó a escuadrones de la muerte de derecha contra rebeldes de izquierda. Los abusos contra los derechos humanos abundaron.
En uno de sus informes, que tiene la fecha del 31 de diciembre de 2012, Karl escribió: “Montano ordenó, incitó y asistió o comandó tropas que participaron en una estrategia estatal de terror contra civiles”, según El Faro, un medio de comunicación de El Salvador.
El informe se utilizó anteriormente en los tribunales contra Montano, que residía en los Estados Unidos y fue extraditado a España para ser juzgado por los asesinatos de los jesuitas.
Junto con el padre Ellacuría, los padres jesuitas Ignacio Martin-Baro, Juan Ramón Moreno, Amando López, Segundo Montes, y Joaquín López fueron arrastrados de sus casas y asesinados en el ataque.
Julia Elba Ramos, ama de llaves, y su hija adolescente, Celina, también fueron asesinadas por soldados, quienes simularon un tiroteo e intentaron fingir que el ataque fue llevado a cabo por rebeldes antigubernamentales.
“Los ataques contra los jesuitas se produjeron hace mucho tiempo. Montano los consideró traidores”, dijo Karl. “Fue el líder de una campaña contra los jesuitas en los días previos a los asesinatos”, junto con otros oficiales de alto rango.
Karl hizo eco de las declaraciones de testigos anteriores, quienes dijeron que el motivo de los asesinatos era el papel del padre Ellacuría para facilitar las conversaciones de paz.
La decisión, agregó, no podría haber sido llevada a cabo por un solo oficial del ejército o soldados rebeldes. El coronel Guillermo Benavides, ex director de la escuela militar, es la única persona condenada por los crímenes y está encarcelado en El Salvador.
“La decisión de matar a una persona de tal prestigio no se toma … sin el consenso del alto mando”, acotó Karl. “Es imposible que Benavides lo haya hecho, en mi opinión”.
Ella agregó: “Este juicio debe ser en El Salvador. Con total respeto (por la corte española) … muestra impunidad. Es increíble que las personas involucradas y nombradas en el juicio sean miembros del Congreso, tengan posiciones de honor, tengan mucho dinero y no hay justicia”.